lunes, 29 de noviembre de 2010

tú patrocinas mi alegría, tía

Nos conocimos en Mercurio, hace bastantes años ya.
Cuando la ví por primera vez era pequeña y calva; luego le fue creciendo el pelo, rubio y brillante; más tarde las piernas y los brazos se le alargaron y con ello todo el cuerpo creció, con una forma preciosa. Cuando sonreía, sus dientes destellaban como los satélites que solían estar sobre nuestra casa. Los mechones dorados seguían creciendo, su sonrisa también, tanto, que no tenía espacio en nuestro planeta y tuvimos que mudarnos a la Tierra; de camino, un asteroide dividió nuestra nave en dos -pensé que la perdía en el Sistema Solar, o peor aún, en el Universo- pero por suerte era un asteroide bueno, amigo de nuestro vecino, un mercuriano muy simpático, que fue a buscarla donde el asteroide y la dejó en la Troposfera, sana, salva y con la nariz un poco más grande -nos habían advertido que al pasar la Estratosfera la nariz crecía-. Estuve dos días sin verla, los policías de la Troposfera la tuvieron retenida por sospecha de tráfico de criptonita. Conseguí que la dejaran pasar y nada más verme se durmió, así estuvo unos cuantos días, descansando, yo dormía y me levantaba a su lado, me iba a cazar luciérnagas y volvía a dormir, hasta que un día se despertó y me sonrió con esa gran sonrisa -con espacio-.
Ese fue el día en que decidí que quería levantarme con ella todos los días de mis vidas.

3 comentarios:

  1. Es absolutamente precioso, Andrea. (L)

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  2. Qué buena decisión y qué bonito:)

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  3. LA MAMMA.
    Realmente es très, très jolie.
    La andrews es toda una artista, apoyo a tu mami. :)

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